
El abrazo de un amigo.
Las palabras de una madre.
El calor de un hogar.
Llegar a casa y tener ese plato de sopa caliente que tanto te encanta.
Tener a alguien esperándote para hablar.
Odiar el frío, pero sin embargo, amar la brisa y el viento en la cara.
Amar el calor, y esos días en los que lo único que te interesa es sonreír.
O simplemente, leerte un buen libro al calor de la brazas.
Creo que para conocer esa esencia de la vida, hay que dejar de ver al otro por lo que tiene y empezar a observarlo por lo que es, hay que aprender a conocer al otro y a conocerse a uno mismo. Uno no es más por lo que cotiza al año, es más por el corazón que tiene.
Si fuéramos un poco menos egoísta y escucháramos más a los demás vamos a darnos cuenta, que en cada persona podemos encontrar grandes historias. Que cada persona se merece una oportunidad. Y con el tiempo, ellos van a ir demostrándote que la esencia de la vida, no es solo vivir, si no que es saber que en la vida, se encuentran estas personas tan especiales capaces de dejar grandes huellas en nuestro camino.
Las personas que te acompañan día a día, la felicidad, las lágrimas, el amor, la amistad, las decepciones, los problemas, las soluciones, los caminos y sus encrucijadas, las decisiones, la familia, la gente que te rodea, la virtud de poder apreciar pequeños detalles de la vida, todo eso compone esa esencia de la que estoy hablando, que en definitiva, termina siendo la que vos elegís para tu vida, la tuya, propia, y que nadie te puede arrancar.
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