Qué difícil explicar con palabras todo lo que viví en Bariloche. No es fácil, todavía me quedan guardados esos caminos sin ganas de abandonarlos, las orillas de ese lago donde me sentaría una vez más a apreciar esas imponentes montañas que lo rodean todo, a cerrar los ojos y escuchar el ruido del silencio y sentir el viento en mi cara que me transporta a otro mundo.
Porque Bariloche es eso: Un paraíso en la Tierra.
Es el paraíso donde los sentimientos se triplican, donde cada segundo cobra un significado inimaginable, donde se descubren las verdaderas amistades y se fortalecen, donde surgen lazos con gente que jamás imaginaste que los ibas a formar.
Es un lugar donde compartís momentos con las personas que más querés, con esos amigos que con el tiempo llamaste hermanos, con aquellos que conociste arriba de un micro y en 11 días pudieron convertirse en tu familia por el solo hecho que te levantabas y te saludaban con una sonrisa y un ¿Cómo estás?
Aunque lo intente una y mil veces, nunca podría escribir en un texto todo lo que sentí y viví en aquel paraíso, en ese viaje.
En este viaje crecí, lloré, reí, descubrí a mis verdaderos amigos, descubrí quienes no lo eran. Abrí los ojos, caí en muchas cosas, me enseñó a que de nada vale callar un te quiero, un te amo o guardarse un abrazo, por que quizás el día de mañana aquella persona a la cual le quisiste decir todo y te callaste por vergüenza o por algún otro motivo , puede que no esté.
Me enseñaron que si uno se levanta con una sonrisa todos los días, las cosas son 10 veces más fáciles. A nunca bajar los brazos. A pensar en la gente que me rodea. La gente que no quiero perder jamás en la vida.
Gracias a todos por este viaje inolvidable, lo que extraño Bariloche, no tiene palabras. Pero siempre supe que este viaje terminaría, tal como la etapa que estamos cerrando. Por eso sonrío , porque sucedió. Porque fue una de las mejores cosas que me pasaron en estos casi 18 años.
BARILOCHE, GRACIAS UNA VEZ MÁS.
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